¡VIVIR, VIVIR, VIVIR...!

¡Vivir, vivir, vivir!,
vivir cada momento en una nube,
vivir cada segundo de la vida,
vivir por siempre en ese sueño
sin un norte,
sin medidas, ni distancias...

Porque vivir así es tocar la gloria
es alcanzar el paraíso tan lejano
con los dioses del Olimpo,
el horizonte en que se junta el cielo
con la tierra,
el campo aquel donde los niños juegan
a ser hombres
y donde los hombres juegan a ser niños.

En esa mezcla de la vida y sueño
se junta el huracán y la tormenta
con la pasión eterna y renovada,
se junta con la brisa y el nordeste
que despeina las ramas de los árboles,
se junta con los leños en la hoguera
y el calor que renace de sus llamas,
se junta con la sangre de los justos
para llevar amor hasta otros labios,
se junta con tus ojos y los míos
que miran en la noche las estrellas.

¡Vivir, vivir!,
vivir sin pausa ni descanso!,
vivir junto a los bancos en los parques,
vivir entre las ramas de los pinos,
vivir en ese bosque inmenso
donde los robles, las encinas y las hayas
se estiran indolentes,
se aman y desaman,
se besan con el viento
y susurran levemente,
se mecen y se agitan al soplo de ese aire,
que con dedos invisibles recorre sus figuras.

Porque vivir así es aspirar la vida,
es alterar el orden de los sueños,
es conseguir beber el vino de ese
néctar puro y casto
que nos llega con la sangre, renovada,
de los ríos que ahora llegan,
derretidos de la nieve en las montañas.

...Y tras el vivir soñar, (o viceversa),
en esa confusión de los sentidos,
en esa laxitud de las mareas
con subidas y bajadas tan constantes,
en el sístole y el diástole
del mar que las procrea,
que las mima, que las mece,
que las riza con el peine del nordeste,
que las hace cantarinas y coquetas
con el pelo blanquecino que se estira
caprichoso hacia la arena,
en un acto sugerente y de lujuria,
por el lecho de la playa.

...Para vivir así no basta con ser niño,
ni tampoco con estar enamorado,
se debe y se precisa estar "viviendo",
sentir esos "latidos" de la vida,
sentir esa llamada tan constante,
sentir la poesía en su pureza
y su tragedia,
sentir como los hombres nacen libres
y buscan cada día ese algo
de su alma que está lejos,
que se esconde, que les huye,
que se oculta entre las nubes
y que juega con sus sueños.

¡Vivir, vivir, vivir!,
vivir cada momento en esa nube,
vivir cada segundo de la vida
vivir para sentir como renacen
las cenizas de las almas
y surgen margaritas en el pecho.

¡Vivir para sentir, para apreciar y
para amar la poesía!.

Rafael Sánchez Ortega ©
18/12/10

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