NO ME DIGAS ADIÓS...


No me digas adiós, dime hasta siempre
y serás la princesa afortunada,
que en la noche miraba las estrellas
y a la luna colgando en su ventana.

Porque quiero llevar en mi costado
a tu nombre, con letras cinceladas,
y que sea el aroma de tu cuerpo
el que venga y me dicte tus palabras.

Y así es y lo será, si tú bien quieres,
aunque vengan galernas de las malas,
y se lleven arenas y las dunas
levantando las piedras de las almas.

Es posible que pronto las mareas,
en un lento proceso, y las resacas,
restituyan los sueños y el sosiego
a estos lindos rincones de las playas.

Pero tú, caprichosa y consentida,
margarita con hojas de nostalgia,
tal vez quieras buscar otros cipreses
y hasta ocultos senderos y cañadas.

Si es así, no te paro y te detengo,
y prefiero que sigas con tu marcha,
porque debes saber que, tu destino,
eres tú quien decide y quien lo marca.

A lo lejos se elevan las gaviotas
y un suspiro se queda en la garganta;
puede ser una lágrima furtiva
y una gota del agua tan salada.

Puede ser que me olvides y no vuelvas
y sabré comprenderte si eso pasa,
pero debes saber que yo te espero
con un rayo de luz y de esperanza.

"...No me digas adiós, dime hasta siempre,
y estaré con mis sueños en la nada,
en el mundo feliz, donde los niños,
cada día musitan sus plegarias..."

Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/14

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