UNA PLUMA DE NÁCAR...


Una pluma de nácar
me rozó con sus labios,
y temblé, levemente,
al posarse en mi mano.

Fue un instante, tan solo,
un momento robado,
con el roce sublime
de aquel beso tan casto.

Y lloré, como un niño,
al salir del letargo,
y al mirar a los cielos
con su azul plateado.

Una pluma de nácar
se posó sin recato,
en mi pecho de hombre
y de anciano cansado.

Sonrieron mis ojos
y sin duda lloraron,
al sentir que la vida
allí estaba vibrando.

Luego el fiero nordeste
me abordó con su abrazo,
y el salitre y las olas
a mi cuerpo rozaron.

Una pluma de nácar
hoy me tiene hechizado,
y persigo su nombre
con mis versos y lazo.

Yo quisiera tenerla
y sentirme embriagado,
por el roce tan fino
de la seda sin dardos.

De esos dedos hermosos
que recuerdo y extraño,
portadores de sueños
y de estanques dorados.

"...Una pluma de nácar
se cruzó en mi costado,
con tu beso, de niña,
y mi amor, sin dudarlo..."

Rafael Sánchez Ortega ©
26/05/15

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