SUPONGAMOS QUE ME LLENAS DE TERNURA...


Supongamos que me llenas de ternura,
que sonrío y que me duermo entre tus brazos,
que me llevas de paseo hasta el Olimpo
y que luego entre los dioses descansamos.

Supongamos que los sueños son eternos
y que siento el paraíso de tus labios,
que me abrazas, que me besas y acaricias
mientras noto la cadencia de tu adagio.

Supongamos que, en la noche, las estrellas,
con la luna, bailotean por el lago,
y que luego se deslizan a la orilla
donde secan sus cabellos tan mojados.

Supongamos que ya somos viejecitos
y que vamos por el parque de la mano;
los vecinos nos observan muy curiosos
y sonríen cuando pasan por el lado.

Supongamos que me encuentro en la escalera
la comida y las galletas de tu gato,
que te alcanzo y te lo digo en un susurro
y que entonces te sorprendes con agrado.

Supongamos que me quito la careta
y te muestro las arrugas de los años;
yo no sé tu reacción, en ese instante,
y si luego me verás con ojos lacios.

Supongamos que ya llega primavera,
que las flores nos invitan al rosario,
que las nubles de los cielos son muy blancas
y que el cura de la iglesia va de blanco.

Supongamos que en campo los maizales
no soportan ese vuelo de los pájaros,
ni tampoco las galernas furibundas
que destrozan las campiñas a su paso.

"...Supongamos que me sientes y te siento,
que estrechamos los latidos con un lazo,
que pensamos como sienten los poetas
y que luego nos dormimos en sus brazos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/17

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