QUIZÁS...


Quizás por lo que sigue
cesaron las visitas,
la casa abandonada,
balcones sin cortinas...

Recuerdo, en otro tiempo,
con gracia esas visitas,
pasteles en la mesa,
cafés y mantequilla.

Por eso quiero hablaros
del tiempo de visitas,
aquellas que de niños
llenaban de alegría.

Las rosas en la mano,
(regalo de visita),
dos besos en la frente
y luego unas caricias.

¡Qué tiempo el de los niños
buscando las visitas,
y en ellas los encuentros
de juegos en pandilla!

Visita a los abuelos
que pronto repetías,
también a tíos ricos
que daban calderilla.

Visita a primos bordes
mostrando chulería,
y hermanos y cuñados
del padre de mi vida.

Por eso yo renuncio
ahora, a las visitas,
no quiero más agobios
ni usar tantas mentiras.

"...Quizás por la experiencia
prescindo de visitas,
y vivo en el silencio
pasando de puntillas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
06/06/17

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