UNA VIEJA CASA...



Una vieja casa se ha quedado sola,
mientras el silencio campa en sus paredes,
y las humedades de invierno y verano
sacan los colores mostrando el presente.

Es una figura que vibra y que tiembla
cuando la recuerda la mente con fiebre,
ya que fue la cuna y el nido que un día
acogió aquel cuerpo y su risa naciente.

Y en aquella casa, tal vez la nostalgia,
llegó con la brisa del campo muy verde,
dejando el salitre en los cuartos oscuros
y un toque de ensueño de ahora y de siempre.

¡No sé cuántas cosas pensó al recordarla,
ni sé cuánto tiempo miró los cipreses,
el niño lejano que absorto soñaba,
y el hombre maduro con nieve en las sienes!

Hoy cunde el misterio de nieblas profundas
y atrás queda el tiempo llorando que muere,
por eso la casa resiste con fuerza
las duras galernas y el viento de oeste.

No llores amigo que todo se pasa,
las fuertes mareas que arrastran los peces,
las duras resacas que cambian la arena,
también los suspiros, cansados y ardientes.

Pero si deseas volver al pasado
con rosas tempranas y hermosos claveles,
no dudes entonces y accede sin miedo,
la casa te espera desnuda y sin muebles.

Da un paso adelante, la puerta está abierta,
camina despacio, con pasos solemnes,
revive los sueños que fueron un día
regalo de dioses, vencejos alegres.

"...Una vieja casa se ha quedado sola,
perdida en la aldea, carente de gente,
y tú la rescatas, la llenas de risa,
la ofreces poemas, la sientes, la quieres..."

Rafael Sánchez Ortega ©
16/06/17

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