AL FINAL, EL LECTOR ESTUPEFACTO...


III

Al final, el lector estupefacto,
quiere hablar y escuchar en este día,
reclamando tener ese artefacto
compartiendo su llanto y alegría.

Ya se apaga aquel cuerpo tan compacto,
esa extraña y pequeña mercancía,
que es capaz de dejarte estupefacto
y a la vez elevar tu picardía.

Pero sé que no he dicho en este escrito
ese nombre que llama en la distancia,
la palabra que causa el sambenito.
al oído viril y al de la infancia.
Resumiendo, en silencio y sin un grito,
el teléfono diré, es la sustancia.

Rafael Sánchez Ortega ©
11/11/12

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