ERA UN DÍA DIFERENTE...


Era un día diferente
aunque un día como tantos,
caminabas por la acera
paso a paso y muy despacio.

Contemplabas las gaviotas
de aquel muelle tan cercano,
los barquitos en la ría,
con su quilla sobre el barro.

El paseo terminaba,
allí mismo, junto al banco,
mirador de la bahía
con la sombra de otro árbol.

Contemplaste el horizonte,
la bocana en su letargo,
y la tarde, en el poniente,
despidiendo con su abrazo.

Unos cielos color rosa
se tiñeron, como antaño,
y salieron de los ojos
muchas lágrimas manando.

Mil recuerdos infantiles,
mil suspiros añorados,
de gaviotas y de olas
y marinos solitarios.

Aún recuerdas la figura,
con su pipa y el tabaco,
de aquel hombre tan altivo
contemplando el espectáculo.

Acudía a la atalaya
para ver el mar tan bravo,
y encontrar ese resquicio
de burlarle con dos largos.

Larga historia marinera
con retales encantados,
con suspiros y salitres
que volaban a los astros.

Pero el tiempo continúa
y tú sigues caminando,
ahora vas a la Capilla
con la Salve entre los labios.

Te estremeces nuevamente,
eres parte de un pasado,
un presente que esta vivo
y un futuro ya cercano.

Allí enfrente, tras la encina,
un ciprés está llorando,
quizás es por el nordeste
o la brisa del regato.

Quizás son las melodías
desgranadas de un piano,
o las notas silenciosas
de los ánades y patos.

"...Era un día diferente,
aunque un día de verano,
caminabas por tu Villa,
paseando y recordando..."

Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/15

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