OH MUERTE, VEN A POR MÍ...


Oh muerte ven a por mí,
no prolongues mi agonía,
musitaba aquel anciano
ya cansado de la vida.

Yo escuchaba estupefacto
esta frase tan sencilla,
que llevaba en sus entrañas
una súplica infinita.

Con los ojos muy cansados
y esforzando bien la vista,
él miraba al infinito
una tarde parda y fría.

Él Buscaba el horizonte,
donde brumas y neblinas
se juntaban, y formaban,
con leyendas infinitas.

Y la frase pronunciada
resonaba y no se iba,
de mi mente soñadora
apagando la sonrisa.

Yo veía aquel anciano,
de mirada ya tranquila,
y pensaba en el invierno
con sus barbas blanquecinas.

Y es el hombre y es su otoño,
el que pide y quien suplica,
que se acabe este calvario
que le abraza y agoniza.

Es la vida que se agota
y no ofrece la caricia,
a ese anciano tan cansado
que murmura y que suplica.

Y por eso, en esta frase,
me estremezco ante quien grita,
"no te venzas viejo anciano
pues tu vida es poesía".

Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/15

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