ENTIENDO...


Entiendo tu olvido,
los pasos cansados,
tu dulce sonrisa
buscando el ayer.

La paz de la iglesia,
perdida y lejana,
la tierna ovejita
con su cascabel.

Entiendo que el tiempo
es una quimera
un breve suspiro
de luz y de bien.

Por eso se pasa,
se corre y se extiende,
dejando un susurro,
muy breve en la piel.

Entiendo que el hombre
regrese a la infancia,
a ver los cometas,
la playa también.

Y juegue soñando
mil juegos distintos,
con niños y niñas
que quieren crecer.

Entiendo que el niño
no sepa de guerras,
tampoco de armas
ni quiera ser rehén.

Por eso sus juegos
contienen canciones,
de luz y alegría
y un poco de miel.

Entiendo al anciano
que duerme en el parque,
y lleva comida,
sisada al comer.

Las bellas palomas
se acercan despacio,
y así, sus deditos,
desgranan merced.

Entiendo a la madre
que busca al pequeño,
allí, en los jardines,
detrás del vergel.

En medio del barro
sus pies chapotean,
un pozo muy grande
sin barca y bauprés.

Entiendo a tu alma,
su rama de olivo,
la tierna promesa
perdida en un tren.

Por eso la vida
contiene nostalgias,
saudades sin nombre
resecos y sed.

Entiendo al amante
que grita y que llora,
que avanza, mirando,
la eterna niñez.

No temas entonces,
poeta sin rumbo,
tú tienes la clave,
el verso y clavel.

Rafael Sánchez Ortega ©
03/12/15

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