HAGO UN ALTO EN LA NOCHE...



Hago un alto en la noche
para acariciarte con mis letras,
para dejarlas, en silencio, a tu lado,
y que sean ellas las que te acaricien,
las que te besen y rocen tu cuerpo,
las que rescaten tus suspiros,
las que recojan los susurros de ese sueño
que te envuelve
y las que te digan, muy bajito, en tu oído,
que te quiero y que te amo.

Porque quiero construír este poema
mientras paso mis dedos por tu cuerpo
y siento ese escalofrío de tu piel
que vibra y que palpita a mi contacto.

Por eso me estiro y aspiro,
para tomar tu aliento,
para sentir tus latidos,
para encontrar tu abrazo,
para fundirme en tus sueños
y para estar, así, más cerca de tu lado
y vigilando que no se pierda nunca
tu sonrisa.

Ya sé que duermes y no quiero despertarte,
pero por eso hago este alto en la noche,
para mirar tu rostro,
para apartar el pelo que cruza tus mejillas,
para tomar tus manos y acariciar tus dedos,
para soplar en tus ojos y decirles que sigan cerrados,
para besar tus labios y dejar en ellos el mensaje,
que en silencio, he mandado a las estrellas.

Porque debes descansar y yo seguir, en mi vigilia,
procurando te relajes
y no lleguen hasta ti falsas tormentas,
que no crezcan las galernas ni borrascas,
y que sepas que hay un sol, cada mañana,
que sale para ti,
y tu corazón lo debe rescatar
e iluminar con él cada rincón de los senderos
que transites, desde el alba hasta el ocaso.

Hago un alto en la noche para decirte que sí,
que te quiero,
que te llevo en mi recuerdo y en mi alma,
y que estás en cada gota de mi sangre,
alimentado ese tic-tac del corazón,
que así bombea, con sus remos,
la trainera de mi vida en un poema inacabado.

Rafael Sánchez Ortega ©
25/02/16

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