SE DESPIDIERON LAS GOLONDRINAS...


Se despidieron las golondrinas
y nos dejaron el silencio.
La soledad llegó, con su abrazo asfixiante,
y las preguntas se arremolinaron en mi pecho.
Buscaba a Dios y se encontraba lejos,
perdido entre los hombres y el asfalto,
buscaba la mirada comprensiva
que entendiera mis latidos
y sólo el cielo devolvía su reflejo mortecino,
buscaba el sentimiento
que latía hasta hace poco por mi sangre,
que enervaba los sentidos y me hacía estremecer,
y encontraba por respuesta el frío helado
de la brisa y de la noche.

Te buscaba a ti, Amor, con las letras relucientes,
con la imagen y la cara que conozco,
con el cuerpo que dio vida a mis deseos,
con los sueños compartidos que vivimos
y trazamos, tantas veces, y que ahora necesito
y me hacen falta.

¡Ay amor!, ¿dónde te escondes?,
¿dónde estás cuando te busco y no te encuentro...?

Como un cristal resquebrajado va mi vida, desde entonces,
tras tu marcha silenciosa de mi lado.
Ya no siento los suspiros de tu alma,
ni tampoco los susurros que dejabas en mi oído.
Las estrellas parpadean y me miran,
entre lágrimas silentes, anunciando tu partida.
Hay un grito que se forma en las entrañas
y que quiere ver la vida en su protesta.

Necesito tus caricias y tu abrazo,
necesito de tus labios esos besos
que embriagaban mis sentidos.
Necesito que me digas que me amas
y preciso de tu cuerpo entre mis brazos
para darte mi cariño y decirte que te quiero
y que te adoro.

...¡Ay amor!, ¿por qué te has ido?,
¿por qué escapas de mi lado cuando más te necesito...?

Rafael Sánchez Ortega ©
02/03/13

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