COMO UNA OLA FUERTE Y DESBRAVADA...



Como una ola fuerte y desbravada
que llega sin cesar hasta la costa,
así llegué corriendo, hasta tu lado,
en una tarde gris y de la vida.

Llegué junto a tu lado, en ese sitio,
que toma y que recoge el fiel salitre,
el mismo que se eleva de los mares
y vuela con la brisa del nordeste.

Llegaba con los sueños marchitados
y ojeras en los ojos muy vencidos;
las lágrimas apenas contenidas
pugnaban por brotar en el silencio.

Y entonces, observando a la distancia,
te vi, lindo horizonte sin fronteras,
y vi que más allá de tus pestañas
estaban las respuestas de mis sueños.

Preguntas tan agudas e incesantes,
la eterna algarabía de la luna,
locura con cordura, al mismo tiempo,
y un tanto de misterio entre las manos.

No sé por qué razón cerré los ojos,
y un nudo se me hizo en la garganta,
tenía que correr, volar muy alto,
en busca del velero que partía.

Pero algo me detuvo en esa marcha,
un algo inexplicable y sin sentido,
la voz de la conciencia en las mareas
y el roce del salitre entre mis labios.

Tenía que seguir alma adelante,
rompiendo las barreras de los diques,
sentir la lava ardiente del volcán
correr y deslizarse por las venas.

Debía renunciar con la resaca
al llanto y la sonrisa de las olas,
para encontrar el sueño fiel y eterno
en lienzo variopinto con la arena.

"...Como una ola fuerte y desbravada
así luché y perdí la gran partida,
tus ojos se cerraron suplicando
con lágrimas saladas e inocentes..."

Rafael Sánchez Ortega ©
21/04/13

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