¡AY RÍO QUE TE ME ESCAPAS...!



¡Ay río que te me escapas
y que bajas desde el monte,
tú vas besando las piedras
que no tienen caracoles!

Besas riberas y juncos
y bailan un pasodoble,
los remolinos inquietos
que se forman en las hoces.

¿Por qué eres así de injusto
y no esperas a las doce,
cuando el sol está en lo alto
y calienta más los robles?

Pueden ser, y lo supongo,
tus benignas intenciones,
de asombrarnos con susurros
y también con mil rumores.

¡Ay río que te me escapas
y recoges las canciones,
de las ranas y los grillos
que a tu paso ya se esconden!

No dejes que nadie altere
esa música y acorde,
con la dulce sinfonía
que estremece hasta las flores.

Porque sigues tu camino,
cauce abajo, sin redobles,
a encontrarte a la marea
de ese mar verde y salobre.

En él dormirás tranquilo
acunado en su desorden,
con una luna en el cielo
cortejada por los hombres.

"...¡Ay río que te me escapas
y te marchas más al norte,
más allá, donde los sueños,
nunca ya dirán tu nombre..."

Rafael Sánchez Ortega ©
23/11/13

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