CON SANGRE Y CON EL FUEGO...


Con sangre y con el fuego se alimentan
los tenues pensamientos del impío,
él vive en un inferno sin futuro
carece de moral en sus instintos.

Por eso se reboza en las miserias
nadando en la bazofia de su sino,
él saca con la luz sus emociones
y siente la crudeza de los fríos.

Es una sensación inenarrable
que surge, qué sé yo, como un suspiro,
un alma desgarrada en sus entrañas
en forma de susurro, casi un grito.

Con sangre y con el fuego se formaron
las huellas que allanaron los caminos,
después de terremotos y batallas
con piedras y con barros muy cocidos.

Las manos de los hombres las armaron,
con muros, en calzadas, y con hitos,
así se caminaba con premura
sabiendo el viandante su destino.

Quedaron las cunetas encharcadas
por culpa del verano y del estío,
las hojas se mezclaron con la sangre
y el fuego enrojeció con mil chasquidos.

Con sangre y con el fuego se esculpieron
los signos, a cincel, en el granito,
sin nombres y olvidados en sus tumbas
y el polvo y las cenizas en el río.

La historia está plagada de cobardes,
los muertos son los héroes vencidos,
aquellos recuperan la sonrisa
a costa de robársela a los lirios.

No importa que se escriba de las guerras,
si se hace con rigor y realismo,
la vida está latente en cada hombre
e importa cada ser y su latido.

"...Con sangre y con el fuego renovado
me postro ante mi Dios, y yo le exijo,
que cesen las violencias y las guerras,
y el odio en corazones y sentidos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/11/13

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