QUIERO LLEGAR...


Quiero llegar hasta tu lado,
una tarde cualquiera, en la semana,
para sentir la dulzura de tus sienes
y acariciar tu cuello con mis dedos
en un acto muy paciente e irreflexivo.

Mientras miraré hacia atrás
con la certeza de no ver y distinguir
la figura temblorosa que avanzaba
con su miedo en los marjales,
la que huía de su propia sombra
buscando espacios de luz y colorido,
abiertos casi siempre a la esperanza.

Quiero cerrar tus ojos con mis labios
y tomar ese beso tan alegre que ellos tienen
y atesoran,
quiero robar esa sonrisa cristalina
y cambiarla por la mía
para que nunca vuelvan los recuerdos
a dejar las tristes notas de un pasado
ya caduco y sin retorno.

Pero debo proseguir en el camino
tras las huellas invisibles que marcaron
otros pasos más ilustres,
debo retomar viejas canciones,
que marcharon al destino de la vida
conservando su grandeza,
debo lavar esas banderas imperiales
que ondearon con orgullo por la tierra
y librarlas de la sangre, ya reseca,
que guardaban sus entrañas.

Quiero estar siempre a tu lado,
con más ganas de vivir y hasta de amar,
porque es preciso sortear los arrecifes
y vencer a las galernas que el destino
nos depara,
y quiero también estar,
en la defensa y la pelea
de sucesos invariables,
que vendrán a nuestro lado cada día.

Es por eso que preciso de tu mano
entre las mías,
y preciso de tu sangre, tan ardiente,
entre mis venas,
y también de ese perfume embriagador,
que va en tu cuerpo,
que destilan tus sentidos,
que se escapa de tu alma en un suspiro,
que me abraza y que me anima
y me dice que adelante,
que la vida continúa y no se para.

Porque así, de esta manera, 
a tu lado, y de tu mano,
llegaremos a buen puerto,
a dormir en la Posada del Marino,
en un lecho de cristal, eternamente.

Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/14

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