HE TATUADO TU NOMBRE EN LA MEMORIA...


He tatuado tu nombre en la memoria
y, a la vez, he mirado a las estrellas,
para ver si las mismas sonreían
o lloraban sus lágrimas eternas.

Pero el cielo, nublado, no dejaba,
distinguir esas luces tan sinceras,
ni saber el valor de los suspiros
y el mensaje de siglos y leyendas.

Mientras tanto tu nombre se teñía,
y mezclaba, en la sangre de mis venas,
para así fecundar ese proceso
de tatuarse, por siempre, con tus letras.

Yo soñaba cual niño vacilante,
que compone en la noche sus poemas,
y lo hacía escuchando a las cigarras
y a la luz, tan sutil, de una candela.

Y tu nombre enraizaba, poco a poco,
a través del buril de las esencias,
en un cuerpo de niño enamorado
que absorbía las mieles con su néctar.

Y así fue, corazón, como quedaste,
para siempre tatuado en mi cabeza,
siendo parte, sin más, de mis sentidos
y también de mis risas más inquietas.

Porque un lazo invisible nos unía
y ese lazo era siempre la certeza,
de saber, que tú estabas a mi lado
en los malos momentos y galernas.

Pero estabas conmigo en la bonanza,
en la risa florida y siempre tierna
y, a la vez, en la piel, con su tatuaje,
que la brisa besaba en un poema.

"...He tatuado tu nombre en la memoria
para así, disfrutar de tu presencia,
y que siempre, mi labio enamorado,
te brindara ese beso que deseas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
13/02/14

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