SUCEDIÓ...



Sucedió que te vi por la plaza
una tarde del mes de febrero,
con tu encanto especial de princesa
y aquel aire marcial que recuerdo.

Saludé tu figura divina
pero apenas tus labios se abrieron,
no sabía de ti ni tu sombra
ni tampoco de amores eternos.

Conocí tus pisadas menudas
al pisar la baldosa en el suelo,
sin saber que esas piernas hermosas
marcarían de nuevo mis miedos.

Sonreí cuando tú me cruzaste
y mirabas al fondo, a lo lejos,
sin saber que era yo, quien reía
a tus labios hermosos y tiernos.

Murmuré dos palabras tan solo
suspirando y diciendo "te quiero",
pero tú no escuchaste la frase
y el mensaje de amor de ese verso.

Te adoré, como adoran los Magos,
a la imagen sutil de tu cuerpo,
más no quise siquiera tocarte
y lloré como lloran los ciegos.

No sabía que existen los cruces,
los ramales con dudas de acero,
las preguntas que van a la nada
y respuestas que dejan los vientos.

Y te fuiste, fugaz, mariposa,
con tu dulce candor en un vuelo,
a ese mundo de encanto sublime
con colores y aspectos diversos.

Te extrañé por un tiempo muy largo,
porque estabas conmigo y muy dentro,
y arrancabas mi lágrima fácil
con volver hacia atrás en mis sueños.

Y por fin te olvidé, en otra tarde,
cuando andaban nerviosos mis dedos,
al saber que ignoraba tu nombre
y el sabor de tus labios y besos.

Rafael Sánchez Ortega ©
08/02/15

No hay comentarios: