ME SENTÉ SOBRE UNAS ROCAS...



Me senté sobre una roca
para ver correr al río,
¡qué dulzura, catarata,
con el agua y remolino...!

Era un canto generoso,
un rumor y un gran delirio,
de las aguas juguetonas
que buscaban su destino.

Yo veía todo aquello
extasiado como un niño,
¡bello cuadro, ante mis ojos
despertando del rocío!

A lo lejos se estiraban
los meandros infinitos,
descendiendo hacia los mares
y llevando mis suspiros.

Era un cuadro tan precioso
que yo quise repetirlo,
regresando en otras tardes
a ese sitio tan bonito.

¡Qué delicia la del agua,
cuánto llanto reprimido,
el que lleva entre sus gotas
ese río tan crecido!

En él van los sentimientos
y los sueños más sencillos,
de los hombres que bien quieren
otro mundo más distinto.

Pero el río no se pierde
y prosigue su camino,
entre versos y canciones
que estremecen a los lirios.

"...Me senté sobre una roca
para ser allí testigo,
de ese río que desciende
hacia el mar con su cariño..."

Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/16

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