UN PAPEL...


Un papel, paciente y blanco,
le esperaba que llegara,
que escribiera con su pluma
todo aquello que pensaba.

Y los dedos, temblorosos,
desgranaron mil palabras,
en sus letras vacilantes
que nacían y secaban.

Eran hijas de la tinta
y los dedos que las trazan,
pensamientos y de sueños
que surgían de aquel alma.

Era el hombre un fiel poeta,
un juglar de rima baja,
un artista de la pluma
y escribano en horas malas.

Es por eso que sus dedos,
impacientes, le temblaran,
y mirara, distraído,
más allá de la ventana.

Él quería su refugio
y el papel ya se lo daba,
para hacer con sus poemas
todo aquello que soñara.

Libertad sin condiciones,
sin cadenas y sin nada,
y que cobre la cuartilla
nueva vida con sus rayas.

Nuevos trazos sinuosos
abren puertas bien selladas,
y poemas y relatos
que ambicionan ver el alba.

"...Un papel paciente y blanco
era el centro de la diana,
mariposa de mil rosas
con sus pétalos por alas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/04/16

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