UN DÍA LAS SIRENAS MURMURABAN...



Un días las sirenas murmuraban
la falta de cariño de los peces,
querían protestar por su insolencia
y luego castigar a los rebeldes.

Pero una sirenita muy astuta
nadó para llevar unos papeles,
en ellos se encontraban los motivos
y falta de cariño de esos seres.

Resulta que los peces tan hermosos
no saben de cariño con especies,
y entonces juguetean entre ellos
obviando que hay sirenas muy silentes.

Sirenas que precisan de un abrazo,
de cantos y de abrazos en los viernes,
de estrellas que se asomen en la noche
y duerman en las aguas como vienen.

Por eso se entretienen en la playa
haciendo por la arena lo que quieren,
retando a los marinos intranquilos
igual que a tantos peces sus quereres.

Bien saben que el marino está sujeto
al mar y a la trainera que les lleve,
al puerto y a la casa tan cercana
allí donde suspiran sus claveles.

Y saben que los peces no son sordos
igual que sus abrazos inherentes,
cubiertas de salitre las escamas
que brillan mientras nadan y se mecen.

Pero es que los susurros de las noches
carecen del sonido de los trenes,
al menos en las costas y las playas
que esperan a las olas impacientes.

"...Un días las sirenas murmuraban
y yo las escuché entre los cipreses,
hablaban de la vida y de los hombres
del pelo encanecido de sus sienes..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/017/16

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