VEO, DESDE LA VENTANA...


Veo, desde la ventana,
como pasas y sonríes,
como llegas a la fuente
de camino para el cine.

Y es entonces en que pienso
en que sigo siendo libre,
y en que existen mariposas
que sin duda me persiguen.

Y me lanzo hacia la calle
tras tus pasos invisibles,
persiguiendo una esperanza
que en el pecho ya me oprime.

Más no veo tu silueta,
ni tu pelo tan sublime,
en la cola y la taquilla
de ese cine sin candiles.

Y es entonces, que me digo,
que quizás no has ido al cine,
y que puede que tus pasos
sean ya irreconocibles.

Es posible que hacia el puerto
o tal vez a los jardines,
te encamines lentamente,
a soñar con imposibles.

Y yo sigo caminando,
en un vuelo sin matices,
de ese cuerpo y la figura
con sus aires tan sutiles.

Ahora llego a la ribera,
donde lirios y alhelíes
dan ternura al paseante,
colorido con su timbre.

Bella estampa, aunque incompleta,
no te veo y estoy triste,
a pesar de la marea
y el nordeste siempre firme.

El abrazo de la brisa
es igual que el del salitre,
se agradecen porque dejan
un encanto ineludible.

Pero faltan tus encantos,
esos gestos tan insignes,
que manejas con soltura
y te hacen tan sensible.

Más me falta tu mirada,
tu saludo sin melindres,
y ese beso de tus labios
que en el sueño me persigue.

Y regreso hacia mi casa
musitando mil latines,
con un peso en el costado
por buscar lo imprevisible.

"...Y es, entonces, que te veo,
con mis ojos infantiles,
como vuelves por la fuente
solitaria y tan humilde..."

Rafael Sánchez Ortega ©
27/10/12

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