ERA ESCLAVO DE MIS SUEÑOS...



Era esclavo de mis sueños
y también de las pasiones,
en un mundo sin fronteras
donde tiemblan los relojes.

Su tic-tac era un sonido,
una música uniforme,
un caudal que se desliza
de fontanas con sus voces.

Y esas voces de conciencias
son en suma monocordes,
el susurro de las almas
que remiendan corazones.

Hay latidos y tormentas
que se olvidan de su nombre,
como hay tristes Rocinantes
que no llevan a Quijotes.

Una vez yo tuve un sueño,
(sueño azul y de colores),
donde iba en mi trainera
más allá del horizonte.

Navegaba por el día,
descansaba por la noche,
contemplaba a las estrellas
que me hablaban sin temores.

Y escuchaba sus relatos,
las leyendas y canciones,
los susurros que emitían
de sus labios mil rumores.

Al final, y muy cansado,
con los ojos más bien torpes,
me quedaba adormecido
con sus versos en desorden.

Era un coro de sonrisas
en un sueño sin autores,
donde ausentes, las palabras,
solapaban confusiones.

Porque el niño de los sueños,
aquel joven y aquel hombre,
precisaba las respuestas
a sus dudas con razones.

Precisaba la mirada,
la caricia sin reproche,
y aquel beso de unos labios
que calmaran sus dolores.

El dolor de tantas dudas
que no sacian oraciones,
pues la sed de los sedientos
no se calma con un postre.

Necesito que confirmes
que este sueño es como el roble,
que no teme a las tormentas
ni al redoble de tambores.

"...Era esclavo de mis sueños,
creador sin ilusiones,
y era un pobre vagabundo
con sus versos por el orbe..."

Rafael Sánchez Ortega ©
19/05/13

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