SE VIOVE Y SE CONVIVE EN EL INFIERNO...



Se vive y se convive en el infierno
ardiendo en la garganta las palabras,
teniendo el corazón ensangrentado
por culpa de la angustia y la nostalgia.

No sirven las caricias y la seda
luchando con lo absurdo y las metáforas,
ni sirve la canción del solitario
llorando por tener lo que le falta.

Hay veces que se atrofian los cerebros
y hay otras que se hielan las entrañas,
un flujo y un reflujo nos corroe
dejando en nuestra boca repugnancia.

Entonces te planteas, si la vida,
merece ser amada en esta farsa,
siguiendo los patrones y el dictado
de dioses dirigiendo en la distancia.

Y surgen los llamados peregrinos
aquellos con sus ropas en volandas,
colores caprichosos e indolentes
envueltos en misterio con sus alas.

Y nacen las floridas primaveras
con sueños en los niños y en las almas,
que agitan a las manos inocentes
en busca de cometas encantadas.

Y llegan los veranos juveniles
tan llenos de esa música sin pausa,
arpegios del amor y los abrazos
y adagios en los jóvenes que aman.

Y vienen los otoños de colores
y un tiempo que se acorta y que se acaba,
las hojas se marchitan en los bosques
y hay otras con nostalgia en muchas caras.

Por eso cuando sientes que el invierno
te toma con su garra que te alcanza,
no sabes que el final está llegando
a un punto sin retorno en la alborada.

¡Ay tierno corazón!, ¿dónde te has ido?,
¡no sé qué me reprochas de mi infancia!
Tú fuiste aquel cordón que unió mi vida
a un mundo generoso y de esperanza.

"...Se vive y se convive en el infierno
huyendo del rocío y de sus lágrimas,
buscando las respuestas de tu sino
sabiendo que preguntas a la nada..."

Rafael Sánchez Ortega ©
09/05/13

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