HA LLEGADO, POR FIN, EL OTOÑO...


Ha llegado, por fin, el otoño
y su brisa recorre mis sienes,
hoy me siento feliz al notarlo
y al oír los suspiros tan breves.

Es el grito que dejan sus labios,
es la niebla que nace y se muere,
son las hojas doradas del árbol
y es la alfombra del bosque latente.

Unos niños caminan a clase,
unos hombres extienden sus redes,
las mujeres se afanan y  callan,
los ancianos musitan sus preces.

Una magia se extiende sin nombre
por las calles, las plazas y fuentes,
una música suave y ligera
deja notas de sol y de nieve.

Mas la nota sutil del otoño
es aquella que nunca se duerme,
la que vibra por siempre en la sombra
la que alegra al oído impaciente.

Y esa nota es la hoja dorada,
la que toman poetas, a veces,
con escritos plasmados en ellas
y mensajes concisos y breves.

"Yo te quiero", decía una nota,
(marchitada y carente de verde),
"con tu cara preciosa y tan linda
y te quiero por ser como eres."

Y otra hoja también del otoño
respondía con nota infrecuente:
"Yo te amo, mi amor, no lo dudes
y estarás en mi pecho, por siempre..."

El otoño se viste de largo
y arremete con furia el oeste,
gimotean los cielos tan grises
y sus lágrimas dulces florecen.

"...Ha llegado, por fin, el otoño,
en un nuevo y tranquilo septiembre,
ya deseo robarle su abrazo
y hasta el beso de seda que tiene..."

Rafael Sánchez Ortega ©
27/09/13

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