AQUELLAS...


Aquellas zapatillas, de eterna bailarina,
tenían los reflejos, las notas y los versos
que emite el vendaval.

Aquellas caracolas, mecidas por las olas,
estaban muy contentas, mirando a las estrellas,
allí, junto a la mar.

Aquellas confituras, que estaban tras la luna,
tenían el encanto, la gracia y el agrado,
surgiendo del cristal.

Algunos generales, seguían en su viaje,
ajenos a los hombres, que marchan en desorden
en busca de la paz.

Algunas golondrinas, pasaban muy tranquilas,
en vuelos y arabescos, trazados en el cielo,
de forma singular.

Algunas amapolas sentían la derrota,
el peso de la fuerza de vientos y galernas
que buscan su final.

No sé si la locura nos sume en la penumbra,
si tiene el brazo largo y va con paso cauto,
queriendo camelar.

Por eso los marjales no quieren realidades,
se visten como pobres, en cuadros sin renombre,
gritando ¡libertad!

Los versos que terminan hoy quieren la caricia
el verso con la rosa, tu cara encantadora
y el beso que me das.

Rafael Sánchez Ortega ©
13/11/15

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