HAY UNA LUNA CRECIENTE...


Hay una luna creciente
que se asoma tras mi casa,
y que deja una sonrisa
en el cielo reflejada.

Una mota de ternura
que nos llega sin palabras
y que rompe así, las sombras,
emergiendo de la nada.

¡Ay lunita, luna dulce!
dime ahora dónde estabas,
dónde andabas estas noches
y por tierras tan extrañas.

Te imagino dando vueltas,
por el cielo y hasta el alba,
y cerrando tus ojitos
con las guerras y batallas.

Porque el hombre es ambicioso
y pelea con gran saña,
por aquello que bien quiere
sin mirar a quien le falta.

No comprende que la vida
es un verso que se escapa,
que suspira y que susurra
los latidos de las almas.

Y hay en ellas la ternura
de la luna de que hablaba,
la que asoma en el creciente
de esta noche de otoñada.

¡Ay lunita, luna mora!
danos pues la paz y calma,
la que piden los sentidos
y los niños que te claman.

Hay una luna creciente
que reluce, plateada,
y se asoma en esta noche
a traernos su esperanza.

Una gota de rocío,
una nota siempre blanca,
un suspiro de los labios
ateridos y con rabia.

Porque todo es poesía
y en la vida, lo que sangra,
es el pecho de los niños
por mentiras y patrañas.

Hay mentiras en los hombres,
en las gentes tan falsarias,
y se miente a cualquier precio
no doliendo las entrañas.

Es por eso que a esta luna,
de mis sueños, encantada,
yo le pido su cariño
y la paz tan necesaria.

Rafael Sánchez Ortega ©
16/10/15

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