SE DESMORONA EL MUNDO DE LOS SUEÑOS...


Se desmorona el mundo de los sueños
porque todos se convierten en cenizas.
La tierra quiere decirnos algo,
pero la lluvia empaña sus labios de seda
y las palabras de cristal se quedan por el camino.
No sé dónde mirar en este día
en que la niebla cubre mis pestañas,
ni sé dónde secar las lágrimas rebeldes
que me acosan.
Quisiera deslizarme por un río interminable
hasta el mar donde se funden los recuerdos.
Quisiera que los cielos me abrazaran
y dejaran su saliva por mi cara.
Quisiera, simplemente, ser el hombre
que despierta en el otoño y camina
paso a paso por la vida que le queda.
El hombre vacilante e inseguro,
el niño ya crecido que retorna hasta su casa,
el hombre que sopesa sentimientos
en la báscula inexacta y compara en tantos tiempos
situaciones y personas
que se duerme en la tarea.

Pero el mundo de los sueños se evapora lentamente
con el alba que despierta
y las cenizas resucitan y florecen nuevamente,
como ortigas, en el hueco
inabordable de las almas.

¡Tengo miedo!, y lo confieso en estos versos.
Tengo miedo de mis "miedos"
y también de los "recuerdos",
tengo miedo de la vida que me acosa
y que me agobia
y que intenta retenerme, en un abrazo,
entre las garras solapadas de mil páginas vividas
que no quiero que retornen al presente.

Y es quizás en ese río que yo busco,
donde encuentro la respuesta.
En el crudo remolino que me besa y me sacude,
en el cauce que me dice que "estoy vivo"
y me lleva hasta el meandro de las hadas
y los Gnomos,
donde un lirio se despierta
mientras cantan las cigarras.

Porque allí podré dormir, en mi letargo,
eternamente.

Rafael Sánchez Ortega ©
11/06/13

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