ERA UNA LUNA CRECIENTE...


(A Rossana Arellano que me facilitó la imagen)

Era una luna creciente
que en el cielo se estiraba,
entre versos y suspiros
que dejaban las cigarras.

Una mano temblorosa
busca el manto que la tapa,
y le roba la sonrisa
de sus labios de gitana.

Hay susurros de los mares
y hay envidias de las algas,
de corales y sirenas
que se extienden por la playa.

Mas la mano misteriosa
trae la luna con su calma,
y la deja en un cuaderno
en sus hojas encerradas.

El mensaje de la luna
tiene un algo de nostalgia,
de emoción bien contenida
que se nota y que se palpa.

Es la nota discordante
que ha surgido de las hadas,
un arpegio de los bosques
escapado de algún arpa.

Y por eso cobra vida
y respira, vive y sangra,
y hasta anima a los poetas
a escribirla en la distancia.

Hay un niño que la mira
y hay un hombre que la llama,
dos latidos en dos pechos,
y un susurro de sus almas.

Y la luna, entretenida,
sale al fin por la ventana,
ya se escapa de aquel libro
linda, tierna e inmaculada.

Y lo hace con mil versos,
silenciosa y sin palabras,
que nos deja y nos entrega
como joyas engarzadas.

¡Ay lunita misteriosa,
no sé bien lo que me pasa,
pues te miro y ya suspiro
aunque no me digas nada!

Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/13

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