BUSQUEMOS...


Busquemos esa nota del destino
que crea y purifica las palabras,
haciendo que resurjan poesías
cual signos invisibles de las arpas.

Busquemos esa música sin nombre
que llega con la brisa en la mañana,
y eleva los sentidos a los cielos
y cierra los oídos de las almas.

Busquemos esa mano que nos deje
un temblor especial, sin una causa,
y nos diga en su tacto, sin reservas,
que el amor está allí, entre su palma.

Busquemos esos labios temblorosos
que susurran un nombre en la distancia,
calmando los suspiros de su pecho
con la música dulce y sin palabras.

Busquemos la caricia de los ojos,
soñolientos y aún con las legañas,
cuando el sol amanece cada día
y saluda, temprano, en la ventana.

Busquemos la mirada del amigo,
del amante, tal vez y que la guarda,
en un cofre, sagrado, en sus pupilas,
con un bello mensaje y pentagrama.

Busquemos caracolas en los cielos
y luego regresemos a la playa,
con los sueños vagando al albedrío
por caminos y sendas ignoradas.

Busquemos las sirenas en los bosques
y también los corales y las algas,
confundiendo la magia y el encanto
de ese reino sagrado de las hadas.

Busquemos las princesas en los mares
desprovistas de falsas alharacas,
con el yodo y salitre entre sus labios
y esa trenza que baja por su espalda.

Busquemos la carita que nos busca
y al final entonemos una nana,
para hacer que se duerma sin sus miedos
y lograr su sonrisa enamorada.

Rafael Sánchez Ortega ©
26/02/14

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