HOY, DE NUEVO, YO HE VISTO...



Hoy, de nuevo, yo he visto,
el temblor de tus pupilas,
la sonrisa de esos labios
y la peca en tu mejilla.

Al mirarte he comprendido
que mi amor por ti seguía,
y que estaba enamorado
de esa cara tan bonita.

De tu cuerpo primoroso,
con su boca y su sonrisa,
y los senos, sugerentes,
que bordean sus colinas.

Hay aroma de jazmines,
de lavanda y manzanilla,
hay perfumes embriagantes
que susurran y suspiran.

Y recojo en mis recuerdos
todo aquello que me excita,
lo que notan mis sentidos
con el beso de la brisa.

Ese beso que le dejas
al pasar hacia la ermita,
ese roce dulce y suave
cual pequeña margarita.

Yo te miro y me contengo
de seguirte de puntillas,
de marchar tras tus pisadas
y tus huellas infinitas.

Porque voy en tu costado
como el aire que respiras,
y en la sangre de tus venas
y en la luz que te ilumina.

Hay recuerdos imborrables
con imágenes precisas,
y hay recuerdos en las almas
con cincel de amor escritas.

Es por eso que desbordan
las esclusas tan divinas,
y las lágrimas del cielo
traen la lluvia y poesía.

Dejan cantos y añoranzas
de momentos de la vida,
del presente y del pasado
y futuros que se ansían.

Yo te miro dulcemente
y respiro si respiras,
y me fundo con tus besos
más allá de mi agonía.

"...Hoy, de nuevo, yo he visto,
a la eterna Campanilla,
con su vestido de rosa
y su carita de niña..."

Rafael Sánchez Ortega ©
05/03/14

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