VEN...



Ven, y amansa la fiera de tu vientre,
no dejes que destrocen tus entrañas,
los odios y las hieles de la vida
y menos las pasiones de las almas.

Yo veo la pasión que te domina
y avanza la galerna por tu espalda,
recorre lentamente tus sentidos
y acaba como un leño ante las llamas.

Se pierde la razón en un momento
y empieza la locura, con la farsa,
del ser irracional que va contigo
y muestra su cordura incontrolada.

Hay una nebulosa embrutecida,
que droga que adiciona y que remata,
la eterna juventud de aquella rosa
nacida entre los pliegues de la infancia.

Por eso te conmino que regreses,
que amanses los zarpazos y las garras,
del fiero semental que va contigo
y anula sensaciones y palabras.

Quisiera que pudieras levantarte,
romper el maleficio con tu espada,
del hambre y la verdad que te corroe
tratando de enjuagar tu sed amarga.

Yo sé que la batalla no es baldía
que el sexo no precisa de bonanza,
la eterna juventud así lo dice
y siempre la pelea es necesaria.

Mas quiero que comprendas que la vida
es algo que "vivimos", y se pasa,
es una sensación y es un segundo,
de eterna soledad en la distancia.

"...Ven, y amansa la fiera de tu vientre,
repite nuevamente mi mirada,
y a ti te lo insinúa imagen mía,
la ardiente sensación que aquí me abrasa..."

Rafael Sánchez Ortega ©
07/03/14

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