ERA...


Era un niño jugando en una playa
una tarde preciosa de verano,
unas olas llegando hasta la orilla
y un cometa volando desgarbado.

Una brisa besaba las palmeras,
un ciprés vigilaba el camposanto,
un farol se estiraba, perezoso,
y en la acera dormían unos gatos.

Tú vivías la vida intensamente
o quizás la gozabas sin notarlo,
procurando pasar inadvertido
con el traje invisible de los hados.

Pero todo cambió, sin proponerlo,
al sentir aquel beso de unos labios,
ya que un río de fuego y aguardiente
se metió por tus venas en el acto.

Era un joven con pinta de Quijote,
un doncel con figura de escribano,
una plaza desierta en una tarde
donde el sol se alejaba en el ocaso.

Allí estaba la estatua tan señera
con la fuente a su lado goteando,
una encina servía a las ardillas
para ir correteando hasta los bancos.

Porque allí se encontraban tantas migas
que un viejito dejara con sus manos,
y también los recuerdos perezosos
de algún pecho lloroso, suspirando.

Yo sabía que estabas con nosotros,
primavera de rostro tan preclaro,
y que estaban las rosas y violetas
con el dulce perfume de los nardos.

"...Era un hombre parado ante la vida,
un reloj detenido por los años,
una luz que confunde el horizonte
y una noche que envuelve con su manto..."

Rafael Sánchez Ortega ©
14/03/14

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