PARA OPINAR DE ALGO HAY QUE SABER...


Para opinar de algo hay que saber,
primero, de qué trata el argumento;
segundo, si es poema y no lo alcanzas
volver a releer aquellos versos.

Es fácil que los ojos se lastimen
y sufran, sin querer, por tanto ciego,
que abusan y confunden los poemas
con meras transcripciones de los lerdos.

Por eso no te importen los escritos
dejados por juglares no conversos,
que basan su escritura y fantasía
en vanas ilusiones de su adentro.

Se puede confundir una guitarra
mezclada entre el piano y el flamenco,
más nunca dejaremos una queja
al hombre que la rasga con esmero.

Hay muchos escritores que confunden
los versos y las rimas en su celo,
y más si los aplausos son constantes
de oyentes ignorantes, como el viento.

La esencia del poema está en sus letras,
los versos bien medidos con los dedos,
el ritmo tan constante de las notas
y el largo recorrido de sus besos.

Hoy vemos que la prosa se confunde
y mezcla, en los poemas sus secretos,
faltando a las raíces más profundas
de ser indivisible con su credo.

La prosa y el romance de las letras
es una maravilla que yo aprecio,
envidio a los que saben manejarse
y escriben como dioses, sin saberlo.

Prefiero los inicios infantiles
del rudo trovador, que con denuedo,
afila los rabeles en el alma
dejando sus compases a los cielos.

No quiero vanidad de nigromantes,
artistas con aplausos, que sin serlo,
confunden poesía con la prosa
y emiten hasta juicios muy severos.

Por eso yo me quedo en las montañas
y escucho de las mismas el silencio,
esencia con palabras ortodoxas,
y nunca edulcoradas por los necios.

"...Para opinar de algo hay que saber
y yo me considero ser un lego,
le dejo a los expertos, tal primicia,
y el ser los plañideros del momento..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/03/14

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