TAMPOCO PASA NADA SI NO ESCRIBO...


Tampoco pasa nada si no escribo,
si miro más allá de la ventana,
si busco entre los brazos de la luna
la risa de la noche que me falta.

El frío y el invierno son culpables
que estire perezoso las pestañas,
que nade entre los brazos de Morfeo
y sueñe con un viaje hacia la nada.

Los sueños de los hombres son profundos,
espacios donde duermen las palabras,
parecen esos versos sin sentido
surgidos de una pluma muy cansada.

Pequeñas marionetas rimbombantes
que trazan mariposas con sus alas,
cometas con deseos inconclusos
que llegan, que enamoran y se marchan.

Tampoco pasa nada si no canto
le dijo el ruiseñor a la calandria,
y entonces, el silbido melodioso,
cambió la sinfonía por la escarcha.

Quedaron por el suelo los sonidos
cubiertos de rocío y de las ramas,
tapados por los ecos misteriosos
de huellas que dejaron mil pisadas.

La alfombra de la vida es un recuerdo
que esconde misteriosos pentagramas,
adagios de una música sin nombre
y versos de poemas para el arpa.

Los dioses del Olimpo se sonríen
y ofrecen, con sus manos, esa calma,
la paz que tanto ansían y precisan
los jóvenes amantes en su marcha.

"...Tampoco pasa nada si descanso,
le dijo el arcoíris a la playa,
las olas seguirán hasta la arena
y un niño soñará con alcanzarlas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
14/12/14

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