UNA EXTRAÑA ALEGRÍA...


Una extraña alegría
me dejaron los trinos,
de la alondra cantora
y también de los mirlos.

Era un canto precioso,
yo diría divino,
melodía sublime
que llegaba al oído.

Penetraba en el alma
con candor exquisito,
recorriendo las venas
y arrancando suspiros.

Yo pensé, que los hombres,
son así, como niños,
y sus pechos susurran
con caricias de lirios.

Hay pasión en las rosas
que destilan cariño,
y hasta sangre que escapa
al herir el espino.

Más son brumas fugaces,
temporales sin brillo,
ruiseñores que miran
mientras cuidan sus nidos.

Yo sé bien que las aves
hacen muecas y giros,
y hasta bailan y trazan
arabescos furtivos.

Y lo hacen y juegan
para pobres y ricos,
para ancianos y adultos
en jardines distintos.

Una extraña alegría
recorrió mis sentidos,
al pensar todo esto
y dejarlo aquí escrito.

Porque sé, que en los versos,
va quizás, algo mío,
un suspiro sin nombre
y un aliento infinito.

Lo que guardan las almas
es apenas un signo,
hay tristeza y sonrisas
con fugaces delirios.

Temblorosas estrellas
con reflejos divinos,
hay pasión y esperanza
y no sé definirlo.

"...Una extraña alegría
han dejado los cirios,
con los cantos de alondras
y sus trinos sencillos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
20/12/14

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