HE MIRADO DE NOCHE A LAS ESTRELLAS...


He mirado de noche a las estrellas
y observé su belleza inigualable,
esa luz deliciosa que subyuga
de manera sutil, parpadeante.

Fue un momento de paz y de alegría
disfrutando de un brillo incomparable,
en la orquesta invisible, de los cielos,
desgranando sus notas celestiales.


Parecían suspiros de los dioses,
un fragmento de amor en un instante,
y las sombras prestaban su hermosura
a la noche encantada entre los árboles.


La montañas miraban envidiosas
a las luces llegando con mensajes,
y querían ser ellas mensajeras
de la música tierna y deslumbrante.


He mirado en la noche a las estrellas
y no pude por menos que asombrarme,
parecían figuras parlanchinas
no cesando de hablar en un instante.


Y lo hacían hablando sin palabras
con la dulce blancura del lenguaje,
y el rumor de sus cantos infantiles
provenientes de mundos siderales.

Yo sabía por cuentos y relatos
de este bello misterio y de su clave,
pero nunca escuché, hasta esa noche
a este mundo lenguaje inenarrable.


Porque hablan y hablan las estrellas,
y se muestran desnudas y sin traje,
mientras mandan señales a los hombres
que las nubes se encargan de ocultarles.

He escuchado de noche a las estrellas
con su mudo lenguaje de verdades,
porque ellas son siempre tan sinceras
y no mienten acerca de su viaje.


Y ese viaje es eterno, todavía,
es el viaje del sueño y de la frase,
la que deja la estrella en el espacio
con los rayos de luces tan brillantes.


Yo quedé sumergido con mis sueños
en un dulce letargo de saudades,
donde todo se hacía fantasía
en un mundo de niños y sin hambre.


Porque todo quedaba embebecido
con la magia sublime de las aves,
que volaban sin prisa hacia la costa
bajo el manto de estrellas tan notable.


"...He mirado en la noche a las estrellas
y escuché de sus luces las verdades,
en el cuadro sublime de una noche
que envolvía mis sueños irreales..."


Rafael Sánchez Ortega ©
24/09-12

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