HE PERDIDO UN POEMA Y LO LAMENTO...


He perdido un poema y lo lamento
porque era un poema diferente,
unos versos escritos a una amiga
que descansa, en silencio, mientras duerme.


Más no quiero escribir de ese poema
ni tampoco de aquello que contiene,
las palabras escritas no caducan
y de ellas, su mensaje, permanece.

Es del tiempo pasado en las montañas
entre cumbres vestidas por la nieve,
con los lagos tan frescos que a su lado
dan la nota de paz a los rebeldes.


A las almas que viven mendigando
la caricia de amor del indigente,
a la mano que toque sus mejillas
con un beso furtivo que amanece.


Es la calma la esencia en la montaña,
la quietud de una vida diferente,
donde el tiempo no cuenta, ni las horas
van deprisa buscando los cipreses.


Es aquí donde suenan los acordes
de ese mundo febril que se detiene,
donde suenan las voces de los ángeles
con susurros y cantos muy celestes.


Los poemas escritos desde el alma
son del alma y en ella permanecen,
cual arpegios de dulces melodías
que alimentan la paz de los oyentes.


Y por eso sonríen los poetas
al dejar los poemas a su suerte,
con los versos danzando por la vida
en las hojas doradas de septiembre.


Rafael Sánchez Ortega ©
Zernez, 12/09/12

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