MONTE BLANCO, MANTO BLANCO...
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domingo,
de
Monte blanco, manto blanco,
que amaneces con la nieve,
quiero un beso de tus cumbres
para alivio de mi frente.
Quiero el monte blanco y puro
que te cubre y enaltece,
y le quiero de tus labios
con un beso simplemente.
Es la hora en que las sombras
dejan paso a los claveles,
que se estiran luminosos
con el alba que amanece.
Y el momento de las almas
que despiertan de repente,
entre nubes de ternura
y sopores de las fiebres.
Allá arriba, en las montañas,
las estrellas ya se duermen,
y se ocultan tras las cumbres
que las guardan y protegen.
Yo contemplo todo esto
y me quedo muy ausente,
con el monte y manto blanco
tan coqueto y tan perenne.
Monte blanco y manto nuestro
que los Alpes te respeten,
y conserves tu blancura
de esa nieve para siempre.
Porque espero el dulce beso
desde enero hasta diciembre,
ese beso de tus labios
a mi frente y a mis sienes.
Rafael Sánchez Ortega ©
Zernez, 14/09/12
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