ERA UN NIÑO QUE JUGABA...


Era un niño que jugaba
con un barco de papel,
y lo hacía muy ausente
de otros niños a la vez.

Con sus manos tripulaba
al mercante y al bajel,
al velero, que en sus manos,
era un sueño, de placer.

Discutía con piratas,
de marinos y el bauprés,
y de naves enemigas
en un nuevo amanecer.

Con sus dedos encauzaba
a la proa y timonel,
a otros rumbos y otros puertos
que esperaban por doquier.

Era un niño, que jugaba,
con un barco de papel,
inclinado sobre un charco
y pisándole a la vez.

Tan ajeno estaba el niño,
en su mundo de niñez,
que soñaba con las hadas
y pegasos de alquiler.

Él creía que la vida
era un mundo por vencer,
descubriendo y disfrutando
cada día con sus pies.

Él llevaba mariposas
en su pecho con tropel
y buscaba en las estrellas
confidencias y saber.

Era un niño que jugaba
con un barco de papel,
inclinado sobre un charco
y mojándose sus pies.

Aquel niño con su infancia
era un ángel sin romper,
un trocito de los cielos
en un mundo de ajedrez.

Más la magia de su alma
se quebró con su niñez,
y sus ojos soñadores
se nublaron sin querer.

Porque el charco en que jugaba
lo secaron anteayer,
unos vientos juveniles
que menguaron su nivel.

Y aquel chico solitario
busca el charco y no lo ve,
lleva el barco de su infancia
con enorme candidez.

"...Era un niño que jugaba
con un barco de papel;
el que ahora se encamina
con su barco hacia Belén..."

Rafael Sánchez Ortega ©
13/12/12

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