DEJA QUE SIGAN MIS MANOS...



Deja que sigan mis manos
recorriendo tu cintura,
y que mis dedos prosigan
desnudándote sin dudas.

Porque te buscan ansiosos
estos labios que preguntan
¿dónde está la helada fuente
con sus aguas tan fecundas?

¿Dónde están esos suspiros
de los senos, que en sus puntas,
se estremecen y ya tiemblan
pues ansían mi tortura?

¿Dónde están esas miradas
que penetran en mis brumas,
y las rasgan y confunden
y me dejan su locura?

Deja que sigan mis manos
esa búsqueda tan suya,
y recorran tus colinas
y se mezclen con sus dunas.

Porque te buscan nerviosos
estos dedos, que en su fuga,
te preguntan muchas cosas
sin asomo de disculpa.

¿Dónde estás oh, ser amado,
y ese cáliz de dulzura,
que se extiende por los muslos
y tus piernas como espuma?

¿Dónde están las sensaciones
que he sentido tras tu blusa,
y el gemido de tu pecho
que me ofrece su burbuja?

Deja que sigan mis manos
el descenso hasta tu gruta,
y que te entreguen mis dedos
el placer de su aventura.

Porque desean respuestas
de tu alma que se escuda
y murmura en el silencio
con un halo de ternura:

"Haz de mi lo que tú quieras
y no alteres tu conducta,
pues yo quiero a ese guerrero
que comparta mi lujuria.

Ven aquí que yo te espero,
amazona sin montura,
con mi cuerpo apasionado
y ofreciéndote mi grupa"

"...Deja que sigan mis manos
escribiendo, vagabundas,
y saciando los rescoldos
de estas llamas tan impuras..."

Rafael Sánchez Ortega ©
14/08/12

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