NO DEJARÉ MORIR TANTOS RECUERDOS...


No dejaré morir tantos recuerdos
vividos en los campos de Castilla,
aunque cambien los libros de la historia
intereses ajenos a la misma.

Seguirán esos días en el alma
desgranando la eterna melodía,
la del campo y la tierra cultivada
por el hombre paciente y su familia.

Es posible que hoy se les ignore
y que cambien los mapas las envidias,
y renazcan, sin más, los egoísmos
de personas carentes de alegría.

Es la envidia del pobre y el tirano,
de caciques sembrando la semilla,
del escajo cruel y, tan lascivo,
que nos hace sufrir y nos lastima.

Pero quiero que sigan los recuerdos
de esta tierra tan dura y tan sencilla,
de los hombres que duro trabajaron
por lograr del secano revivirla.

Fueron ellos, pacientes artesanos,
los que alzaron iglesias tan bonitas,
tras tallar cada roca con esmero
en labores de artista y cantería.

Yo recuerdo perderme en los trigales
y también navegar sobre las viñas
en un sueño de niño de colores
que juntaba mesetas con colinas.

Pero sigo sintiendo aquel lamento,
el repique llamando a la vigilia,
y sonaban las doce campanadas
en la iglesia del pueblo tan tranquila.

También tengo grabado en el recuerdo,
y me acude, de pronto, a la retina,
las cigüeñas del campo castellano
con su vuelo de gracia y simpatía.

Es por eso que quiero que no mueran
los recuerdos vividos en Castilla,
pues su tierra y su sangre se mezclaron
con mi tierra y yo quiero que pervivan.

Que perduren por siempre en el recuerdo,
aunque el mundo y la historia los supriman,
porque un día seremos responsables
devolviendo a la historia sus cenizas.

Rafael Sánchez Ortega ©
Haro, 26/05/12

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