RECUERDO QUE BUSQUÉ TUS MUSLOS...


Recuerdo que busqué tus muslos
y que bebí ansioso de tu fuente.
¡Tenía tanta sed acumulada!...


Sed de ti y de tu cuerpo,
sed retenida y alimentada al saberte cerca,
al sentir tu voz, tu aliento,
tu cuerpo enfebrecido que llamaba
con tu sangre desbocada,
tu pecho martilleando sin cesar bajo la blusa
y yo mirando aquella prenda tan sutil
que no dejaba ver su fondo.


...¡Y bebí, bebí!, me emborraché 
para librarme al fin de tantos miedos,
para sentir la libertad de ir a ti con mis sentidos,
con el deseo ardiente de mis dedos
queriendo recorrer tu cuerpo desnudado,
con mis labios temblando y mi lengua queriendo sentir
el roce de tu piel contra la misma,
y también, queriendo ir más allá.
Lamer tus muslos y tu vientre,
saciar la sed de su locura,
llegar al límite posible y dejar a cero
el contador del tiempo y de la vida,
para al final, embriagado de tu cuerpo y tu deseo,
poder dormir entre tus brazos.


Recuerdo que busqué tus muslos
y que tras rozarlos suavemente con mis dedos,
escribí en ellos un poema,
¡el más hermoso de mi vida!,
y luego mis labios se fundieron con tus labios
en un beso donde unimos nuestra sangre
y nuestra carne.


Rafael Sánchez Ortega ©
18/05/12

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