VINISTE UNA NOCHE HASTA MI LADO...


Tú viniste una noche hasta mi lado
y me entregaste un vaso de cerveza,
yo te miré un tanto sorprendido
balbuceando un "gracias" por respuesta.

Aquello fue el principio de un romance
en nueva juventud y primavera,
debía de olvidarme del pasado
para vivir contigo, en esa entrega.

Debía comprender que mis latidos
rompían nuevamente los esquemas,
llevándome a tu lado, sin palabras,
como el amante fiel que a ti te espera.

Quedamos en ser claros y sinceros,
en prescindir de frases y poemas
que a nada llevarían, sino al miedo
y hasta sembrar de dudas la cabeza.

Queríamos amar y ser amados,
dijimos con voz clara y muy sincera,
pero también queríamos respeto
y libertad en nuestras vidas plena.

Aceptamos sin más las condiciones
y embarcados, partimos por la senda,
buscando en esos días nuestros labios
el néctar del amor y la paciencia.

Pasaron unos días solamente
y sacudio mi alma la tristeza,
sentía que te amaba y no me amabas,
y que tú no cumplías las promesas.

Te pregunté, mirándote a los ojos,
si tenías, acaso, una protesta,
pero tú no miraste mis pupilas
y sí, miraste arriba, a las estrellas.

Entonces se rompieron los cristales
del vaso que bebía con paciencia,
hiriéndome en los labios sus esquirlas
y regando mi sangre por la tierra.

Sobraban las palabras de reproche,
sobraban las preguntas y respuestas,
tan sólo me quedé con tu mirada
y en ellas comprendí toda tu ausencia.

"...Tú viniste una noche hasta mi lado
y te fuiste otra noche de mi vera,
llegaste con un vaso delicioso
que apenas si probé con tanta niebla..."

Rafael Sánchez Ortega ©
23/05/12

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