QUIZÁS DEBÍ DECIRTE QUE TE AMABA...




Quizás debí decirte que te amaba
para evitar en el futuro estas cadenas,
pero entonces no pensé como ahora pienso,
convencido de un amor idolatrado.


Amaba porque sí y amaba tu figura.
Me contentaba con verte y adorarte en la distancia.
Con sentir tu voz fluída y joven,
esa voz inigualable, que aún hoy, al escucharla,
estremece mis sentidos.


Te amaba a pesar de tus mentiras
y a pesar de ese mundo que formabas
y me dabas a entender del que eras parte irreverente
por motivos del destino.


Yo sabía más de ti que lo que tú me confiabas.
Sin embargo me callaba y me decía
que era propio de la edad esa manera
de enfrentarte ante la vida.
Que acabarías renegando de ese mundo
para ver en el espejo de tu alma
todo aquello que tenía su importancia
y que el hoy y el día a día te ocultaba.


Tú me hablabas, por entonces,
de tus seres más queridos.
Unos seres inventados y reales, ¡ya no importa!,
pero fueron los que tú me confiaste,
y lo hacías proclamando la inocencia de tu causa.


Eras libre y no eras libre, al mismo tiempo.
Reconozco que atrapaste mi inocencia
y a la vez, encadenaste mi destino
a la figura vacilante de tus pasos por el mundo.


...Quizás debí decirte que te amaba,
aunque creo te lo dije muchas veces sin palabras,
mientras tú, sólo jugabas al amor
con un pelele entre tus manos.


Y es curioso todo esto,
porque en el fondo no te odio.


"...No se puede odiar a quien se ama..."

Rafael Sánchez Ortega ©
17/05/12

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