A VECES...


A veces la escalera se vuelve tornadiza
y peligrosa
y tienes que bajar con gran cuidado
los peldaños hasta el suelo.


Allí te encontrarás con la gran puerta,
que se abre cual ventana hacia la vida.
Afuera está el latir incomparable de los hombres,
el ruído de los coches que circulan sin descanso,
las sombras del ciprés y del anciano,
que sestean, esperando en el paseo.


Y un poquito más allá, por las aceras,
yo camino con el paso tan ligero,
como siempre.
Voy en busca de la brisa y el salitre
hacia los muelles,
a ese punto donde parten los navíos
a otros mundos
y  allí aspiro la ternura de las olas
y las veo silenciosas como llegan
y golpean la machina,
como mojan sin cesar las barandillas,
como saltan y hasta bailan esa danza
sin sentido en que desnudan las pasiones
y las tapan con las algas y leyendas
al compás de la resaca.


Yo las miro y las sonrío tiernamente,
porque tienen la cordura que preciso,
en el líquido salado,
y en el manto azul verdoso de sus aguas.
Esas olas me acarician en silencio
y hasta siento los susurros que me ofrecen
en un canto sin palabras que me lleva
hasta otro mundo.


No quisiera que se acabe este momento,
ni que afuera los relojes avanzaran,
ni tampoco que los ángeles llegaran
a decirme que es la hora...


"...Sin embargo, y muchas veces, como ahora,
la escalera se nos vuelve tornadiza
y peligrosa..."

Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/13

No hay comentarios: