HASTA EL CANSANCIO, ME DICEN...


Hasta el cansancio, me dicen,
que escribo mucho del mar,
y que mis versos contienen
ciertas gotitas de sal.

Quizás es mía la culpa
y no lo puedo evitar,
porque los sueños desbordan
gran cantidad de humedad.

Siento que todos los niños
quieren de veras jugar,
con las olitas que vienen
y las olitas que van.

Quieren también caballitos
con su castillo y juglar,
y un caballero que llegue
en su brioso alazán.

Porque los niños son niños
y ellos adoran el mar,
ven a los barcos que pasan,
luego los siguen detrás.

Van con la espuma y las olas
en remolino infernal,
cruzan los mares sin nombre
hasta dormirse sin más.

Porque el salitre en sus labios
es alimento y fanal,
es la linterna que guía
y es el farol de verdad.

Pienso, si llevo en la sangre,
cierto trocito de sal,
y si la misma es salmuera
yo no la quiero dejar.

Quiero que duerma mi alma
y que descanse ya en paz,
que no pregunten si un niño
sólo se acuerda del mar.

Porque los niños que sueñan
quieren sentir en su faz,
ese arañazo sin nombre
del tan temido huracán.

Mucho escucharon en casa
del vendaval tan fatal,
y ahora lo tienen encima
para saber lo que da.

Sopla sin más la galerna
como si fuera un puñal,
reman los bravos marinos,
doblan sus remos al mar.

"...Hasta el cansancio, me dicen,
que estoy loco y no doy más,
porque el mar es mi constante
y en mis versos siempre va..."

Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/13

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