DESPERTABA DE UN SUEÑO PLACENTERO...


Despertaba de un sueño placentero
y sus ojos volvían a la vida,
una mano tendida le llamaba
y la luz le envolvía en su caricia.

Una fuente rompía aquel silencio
y sus gotas saltaban de alegría,
por el césped alegre paseaban
juguetonas y dulces las ardillas.

Y ese cuadro sacado de un museo
no llevaba en el mismo despedida,
ni tampoco reclamos de colores
ni el susurro pausado de la brisa.

Aquel cuadro era fruto de un demente,
un sutil soñador y sibarita,
un poseso cubierto de locura
que buscaba tan solo una sonrisa.

La sonrisa del rostro tan amado,
que extendiera, sin más, su fantasía,
despejando la duda de su frente
que surgió como arruga mal nacida.

Pero todo me lleva a tu presencia,
mi querida y preciosa margarita,
la más bella y sencilla de las flores,
la que vive y renace cada día.

Rafael Sánchez Ortega ©
05/03/12

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