EL AMOR...


El amor es un camino que empezamos,
y seguimos recorriendo, cada día,
Una meta que comienza con la vida,
un sendero tortuoso y escarpado
donde avanzan las personas y las almas.
Una huella que se pierde en la distancia,
y que sigue nuestros pasos ciegamente.
Un suspiro por el aire perseguido,
con el pecho conteniendo los latidos,
y un murmullo entre los labios con un nombre.


El amor es esa eterna paradoja de los sueños
que persiguen los poetas y los locos
en su eterno desvarío,
es el vaso donde beben y se mezclan,
en la dulce borrachera,
los amantes juveniles que no temen la censura,
es la dura travesía del desierto del sediento,
que a pesar de su agonía ve delirios, adelante,
en la forma de un oasis prometido.


El amor es la careta que se quitan los valientes
cuando avanzan hacia el lecho, desnudados,
sin más ropa que les cubra que sus manos,
es el filtro sugerente de unos labios
que precisan a otros labios con su beso,
de unos dedos impacientes que dibujan en los cielos
unas letras seductoras,
de unos cuerpos que se buscan y precisan,
en el flujo y el reflujo de ese ciclo combinado
de mareas y de sangre.


El amor, amigo mío, es todo esto y más si quieres
porque es algo inapreciable,
que se añora y que se ansía,
que se escribe y da lectura
desde tiempo inmemoriable.


Sin embargo nunca olvides una cosa:
El amor está en ti mismo desde el día en que naciste,
va en tu alma y en tu vida,
va en tus sueños e ilusiones
va también en ese canto que se escucha de los mares
y en la tierna sinfonía de la tierra,
desde el alba hasta el ocaso


El amor es un abstracto inexplicable con que sueñan
los poetas y los niños
y es también esa palabra adulterada que se usa
y que se dice, muchas veces,
sin saber por qué se ama.


Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/12

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