EN EL PRINCIPIO ERA LA OSCURIDAD...





En el principio era la oscuridad y llegó la luz
y la luz se hizo y dio paso a la vida,
y en la vida surgió la evolución natural
y en un momento dado nació el hombre en la tierra.

Pequeño ciclo en el tiempo
y salto enorme en la concepción del universo.
El reloj biológico de la creación
siguió su marcha imparable
y surgieron las noches y los días,
las luces y las sombras,
los cambios climáticos
y hasta el hombre empezó a balbucear
sus primeras palabras...

Así comenzó una nueva era en el proceso embrionario
mediante la gestación, por alteración natural,
de una semilla desconocida y portadora
de algo nuevo y novedoso
que iba a transformar todo lo conocido
hasta entonces.

En el principio era la oscuridad y yo no existía
ni tampoco mis antepasados,
pero llegó la luz y la luz hizo que la vida
cobrara un protagonismo que no había tenido
hasta entonces,
y con la vida florecieron y brotaron las semillas
de las cuales procedo.

Ignoro el tiempo que me queda
hasta que la luz se apague
y vuelva la oscuridad, otra vez,
a ser la dueña del universo,
la protectora con su manto negro de esa nada
indivisible del principio,
la guadaña que corte el fino hilo
que une la vida y el vacío.

Cuando esto ocurra mis ojos se cerrarán
y sellarán sus pupilas
y entrarán en un profundo sueño,
quizás sin tener tiempo a despedirme,
a decir un adiós y a dejar un beso
en esos labios ardientes de la tierra,
de la que procedo
y a donde volveré para siempre.

Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/12

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